papeles de subinformación

sábado, 12 de marzo de 2016

la cloaca



El colapso moral, cogidito de la mano del fascismo de baja intensidad, proclama el hundimiento de Europa: sálvese quien pueda... panzudos, comisionistas, oligarcas, saqueadores y eurócratas primero. En caso de urgencia para hacer de vientre, utilizar papel de la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de Refugiados. Y si la cosa se pone seria, pasar directamente a la Declaración Universal de Derechos Humanos, no hay otro papel higiénico de doble hoja con tal calidad, oiga.


La cloaca ha asaltado los cielos: la miseria intelectual, la ilegalidad manifiesta y el cinismo más absoluto son los ejes sobre los que pilota toda la (ex)gobernanza europea. Los refugiados quedan abandonados a su suerte de la misma manera que la libre circulación de personas dentro de la Unión Europea vale menos que la de mercancía y capital. El canibalismo económico más feroz se instala no sólo sobre los acuerdos de la (des)vergüenza, sino, y lo que es peor, sobre las conciencias. La indiferencia, ese otro peligro moral -y mortal- junto a la ignorancia y el miedo en las mentes de la mayoría silenciosa, esa que opta por mamarrachos xenófobos.


El vertedero español se destaca en la champions league de la indignidad por su excelencia: aquí convertimos mordidas en lingotes de oro y somos unos hachas para arropar a los compis yogui. Afortunadamente, atesoramos la sorna plebeya y, sobre todo, la existencia de periodistas que hacen su trabajo frente a  los compis de la corporación mainstream al servicio del Ministerio de la Verdad que se desviven para la mordaza. Esa gran coalición de la voz de su amo que clama sin pudor -como describe acertadamente Rosa María Artal- por la muerte de la inteligencia:
Una vida dedicada a las carreras técnicas y a producir y vender bienes materiales. Y a no pensar. A no indagar en porqués y consecuencias. Ése es el futuro que ya asoma por la puerta. La cultura y el razonamiento no son rentables. Para quienes manejan los hilos de nuestras vidas cada vez con mayor perversión y desfachatez en absoluto. Para cualquier persona que se precie de tal, en cambio, resultan esenciales: la única vía para escapar de un destino maldito. Con la información como llave que abre puertas. A salvo de míticas ciencias infusas, solo el conocimiento permite formarse el criterio para afrontar decisiones. 
También puede cerrarlas. Estamos asistiendo al derrumbe en credibilidad de la prensa tradicional en España. Una auténtica caída a los infiernos. Los niveles de enfangamiento a los que ha llegado son tan escandalosos que invalidan sus propias campañas. Salvo para ese sector  cuyas cabezas han sido ya derrotadas. “Os exprimiremos hasta la saciedad y luego os llenaremos con nuestra propia esencia”, escribía George Orwell en su libro “1984” que, como otros similares, resultó premonitorio.


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